domingo, 14 de diciembre de 2014

Aguafuerte realizado al papel de lija o esmeril y texturado a la aguatinta.





He iniciado el grabado plasmando el dibujo previo mediante papel de lija o esmeril,
resaltando preferentemente las zonas más oscuras. 

Plancha zinc. Ácido nítrico 1 x 12. mordida 30 minutos.


Depositada y adherida la resina, comienzo a tapar las zonas que rendirán el tono
blanco más luminoso. Para ello recurro al barniz de secado rápido, lápiz litográfico, grafito puro y papel de calco.

Mismo ácido. 4 segundos de mordida con una resina extremadamente fina.


En la siguiente imagen, (detalle), se puede apreciar el uso del calco. Mediante
la presión de un objeto romo, el mismo se puede adherir a la resina  y brinda una
reserva capaz de resistir la mordida del ácido nítrico. Para hacer esos trazos o manchas
más resistentes aún, basta con repasarlas por encima con el lápiz litográfico.
El uso del lápiz de grafito puro, el más blando, permite igualmente degradaciones tonales
de gran delicadeza, en mordidas de escasos segundos.

6 segundos de mordida


Se procede a tapar cada tono por separado. Primero los blancos, se somete la matriz
a la corrosión, se extrae, se seca convenientemente con papel de periódico, y se sigue protegiendo la superficie del metal al objeto de obtener el tono siguiente,

15 segundos de mordida.


La evolución parece lenta, pero por este método la aguatinta (en negativo) evoluciona
con asombrosa rapidez.

30 segundos de mordida


Según se trabaja el dibujo previo va desapareciendo gradualmente, protegido por la
película de barniz que vamos depositando encima.

45 segundos de mordida


Hemos de tener en cuenta que el uso del lapiz litográfico crea suaves veladuras que
tendrán la propiedad de ralentizar las mordidas del ácido a voluntad, de modo que cada mordida
nos facilita en realidad una gran variedad de tonos, no uno solo, como sucede cuando se
recurre solo al barniz de secado rápido como reserva.

50 segundos de mordida


Los últimos detalles, los que rinden finalmente el tono más oscuro nos exigen
ser cuidadosos, para no olvidarnos de dejar algún rincón del grabado sin proteger. Como
se puede apreciar en la imagen, los árboles y la sombra del puente es lo último que queda
desprotegido.

1 minuto de mordida.


Tras la última inmersión en el medio acidulado, la matriz se coloca sobre papel de
periódico para proceder a su limpieza con aguarras y alcohol de quemar, que será el
encargado de anular la resina.

2 minutos de mordida.


Detalle de la plancha ya terminada en lo referente a las reservas.


Ver la plancha tras la limpieza, es siempre un momento de lo más gratificante. En ese
instante uno solo piensa en estampar la que será la primera prueba de estado.


El resultado, para mi gusto, es demasiado intenso. Pienso que me he pasado
en la intensidad de las últimas mordidas. En realidad eso es algo que no me preocupa; basta con repasar la superficie de la matriz con un estropajo de aluminio para que el tono merme gradualmente
en toda la matriz.


Así ha sido. La obra se ha aclarado de un modo notable. Llegados a este punto uno piensa
siempre en lo que aconsejan los libros versados en la materia sobre la dificultad que plantea el tener
que volver a resinar la plancha para arreglar una aguatinta que rinda demasiado claro. Si uno se excede en el tono, siempre es posible rebajar el mismo bruñendo la matriz como lo haríamos con una manera negra. En este caso utilizo de nuevo el recurso del papel de lija al agua número 800. Con el esmeril puedo conseguir los tonos que desee y aumentar la intensidad sin dificultad. Los orificios que
nos procura se acoplan perfectamente a los poros de la aguatinta tradicional y puede ser rebajada la intensidad que se obtiene sin problema con el mismo bruñidor.


El aguatinta puede trabajarse cuidadosamente, con tantos detalles como se nos antojen recurriendo
pues al esmeril.


Este es el recurso que suelo utilizar: trabajar con un trozo de lija sobre el que incido mediante presión con un buril romo, al objeto de trasladar el graneado al barniz y de ese modo tramar el metal. Se procede de la misma manera que con un lápiz de grafito sobre una simple hoja de papel. No resulta complicado crear degradados, basta aumentar o disminuir la presión del buril romo según se evoluciona sobre la lija. Si nos pasamos en alguna zona, podemos utilizar el lápiz litográfico nº 5, el más blando, para proteger lo que queramos, teniendo en cuenta de no levantar el barniz, cosa que puede suceder debido a la grasa del litográfico. Si no queremos arriesgarnos, basta con utilizar directamente el barniz de secado rápido.


La última prueba de estado me indica que aún he de dedicarle un poquito más de tiempo
a la plancha, pero ya le queda menos y el resultado es gratificante.