jueves, 24 de enero de 2013

manera negra al papel de lija


MANERA NEGRA AL PAPEL DE LIJA.

Conocido es el método de barnizar la plancha, colocar una papel de lija sobre el barniz y a continuación someter el conjunto a la presión del tórculo para que los granos abrasivos incidan sobre el barniz y lo criben de diminutas y numerosas incisiones. A mí se me ocurrió un método mucho más práctico, que registré en su día en la propiedad intelectual como derechos de autor.


Cuando de obtener una manera negra se trata, esta sencilla herramienta, a la que todos los grabadores del mundo recurren para pulir sus planchas, se presta de un modo extraordinario a lo que hoy se denomina de manera tan habitual "grabado no tóxico", y es que el proceso nos permite prescindir de las resinas y obtener idénticos resultados, y porqué no decirlo, resultados que pueden ser aún más espectaculares por tratarse de un aguafuerte, que como bien sabemos brinda matices mucho más llamativos que los de una aguatinta.
En la fotografía siguiente observamos el respaldo del papel de lija  utilizado, (grano 600) que aparece con un tono azulado. En este caso me limito a colocar la cara abrasiva sobre el barniz que recubre la plancha de cobre y adhiero la hoja al costado del metal mediante celofán, al objeto de que esta no se mueva. En ese instante todo lo que tengo que hacer es dibujar con un bolígrafo sobre el respaldo de la hoja, ejerciendo presión al objeto de que los granos incidan sobre el barniz. Al hacer esto el bolígrafo va dejando el rastro de tinta por las zonas donde dibujo, Es un trabajo que requiere cierta paciencia y poco más. Observen que los trazos aparecen paralelos entre sí, de 2 a 3 cm de anchura. Al retirarar finalmente el abrasivo lo único que nos queda por hacer es someter la plancha a la acción corrosiva del percloruro férrico aproximadamente durante un par de horas. El ácido penetrará en las incisiones abiertas en el barniz y creará una amalgama de diminutos orificios sobre la superficie del metal,.


El paso siguiente consiste en repetir el proceso. Sin duda alguna les exigirá hacerlo unas seis o siete veces, hasta que observen que en la totalidad de la superficie de la plancha desaparece el brillo característico del metal pulido. Suelo utilizar, en la última mordida, un papel de lija de grano más fino, en concreto del número 1000 y someto la plancha a una corrosión final algo más delicada, aunque esta puede llegar a los 90 minutos.
Han de tener en cuenta que cuanto más fino sea el grano, más tiempo tardará el ácido en crear la incisión que se requiere, para obtener un resultado satisfactorio. En la imagen que tienen debajo pueden verse, arriba a la izquierda la fotografía original utilizada (imagen invertida), a su derecha uno de los primeros estados de la plancha, y abajo la matriz en proceso y la última prueba de estado que he realizado. Fíjense en los dos bruñidores que descansan sobre el papel, a la derecha. Se trata de una herramienta con una base redondeada, de una tamaño poco más grande que la punta de un bolígrafo. Por decirlo más claro, el extremo romo no supera el milímetro de grosor. Existen gran variedad de bruñidores, pero he de decir que cuanto más pequeño sea el que utilizo, (siempre que este no raye el metal), más fácil y cómodo me resulta anular las incisiones abiertas por el ácido en el metal, y por lo tanto más rápidamente obtengo los tonos claros, aparte de la posibilidad de obtener pequeños detalles con mayor facilidad. De igual modo me sirvo del estropajo fino de aluminio para grandes extensiones, lo que me permite efectuar degradados tonales por el simple método de frotar y disminuir la presión según avanzo sobre la plancha. También puedo crear plantillas de reserva con celofán. Es fácil obtenerlas dibujando la zona que nos interesa con un lápiz fino. Pegamos a continuación el celofán encima y al retirarlo el lápiz se aprecia claramente, recortamos lo que nos interesa y finalmente lo pegamos a la plancha, De ese modo podemos aislar ciertas zonas y trabajar a su alrededor sin correr riesgos.




Un sistema muy cómodo para ver sobre el metal brillante la tarea realizada, consiste en anteponer un papel blanco a la luz que incide sobre la matriz. En ese instante, al anular los brillos, aparecerán ante nuestros ojos todos los matices, incluso los más delicados. Yo suelo trabajar colocando el original de la manera que aprecian en la imagen y trabajo directamente con el bruñidor por debajo de la fotografía.



De no hacerlo así la intensidad de la luz, por delicada que esta sea, les impedirá ver el graneado realizado con la suficiente nitidez como para poder evolucionar cómodamente sobre la plancha. El brillo suele ser bastante molesto. Pueden anularlo igualmente anteponiendo al foco de luz un simple folio blanco que pueden adherir a la lampara por sus extremos.

Inicialmente habremos realizado una prueba en negro del resultado obtenido con la matriz. Si damos por bueno el resultado, que quedará reflejado en el papel como una mancha rotundamente negra, empezaremos a trabajar la plancha con el bruñidor de una manera moderada, al objeto de conocer  la fuerza tonal que rinden las incisiones al ser disminuidas mediante presión y frotamientos de mayor o menor intensidad.  





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