UN AGUAFUERTE TRADICIONAL PASO A PASO


PASO A PASO

     Tal y como se puede apreciar en la imagen, el primer paso consiste en plasmar en la plancha el boceto inicial de la imagen que deseamos reproducir, al objeto de evolucionar sobre él sin correr el riesgo de equivocarse, un dibujo tan detallado como se nos antoje y con el que iniciamos la labor. Se puede apreciar perfectamente que se han utilizado tan solo líneas rectas realizadas utilizando una regla y un punzón bien afilado.

Primer Estado

     Una vez preparada la plancha y protegida la misma con un barniz capaz de resistir la acción corrosiva del ácido, se espera a que este seque y se procede a blanquear la superficie con una fina película de polvos de talco. Recurrimos para ello a un algodón impregnado del mencionado polvo y con el que frotamos lentamente la superficie del barniz.

Material necesario

     Previamente hemos abierto en un cartón una ventana con idéntico tamaño en cuanto a longitud y anchura a la de la matriz (en este caso de cobre). 
     Conviene que el  grosor del cartón supere al grueso de la plancha, dado que de ese modo nos será posible cruzar una regla por encima del cartón y apoyarla en él sin correr el riesgo de rayar el barniz cuando procedamos a efectuar líneas sobre el mismo con el punzón correspondiente.
     Conviene adherir la matriz al respaldo con celofán, evitando que esta se mueva.

Cartón con una ventana del tamaño de la plancha

     El dibujo previo se realiza anteponiendo una fotocopia del motivo original que deseamos reproducir y bajo ella un papel de calco que dejará su registro sobre el polvo de talco mediante presión. Con un punzón romo nos dedicamos luego a trazar las líneas maestras que hemos calcado con tanto detalle como se nos antoje, líneas que podemos realizar utilizando una regla y que el punzón abrirá en forma de surco, siendo el ácido el encargado finalmente de penetrar en ellas y abrir las incisiones que habrán de recoger las tintas. En ese instante habremos obtenido el primer estado de la plancha.

     El paso siguiente nos muestra la evolución del aguafuerte y nos dice que se han trabajado exclusivamente los reflejos del edificio en el agua del estanque. En este caso, como puede apreciarse, no se ven líneas, tan solo una sucesión de puntos. Esto es así porque me he limitado a anteponer a la plancha debidamente barnizada un papel de lija del número 800. 

Trabajamos presionando sobre la lija de modo que los granos incidan sobre el barniz

Me he limitado pues a dibujar encima con un lápiz duro o un objeto romo de manera que mediante presión he conseguido que los granos de cristal y de carborundum de que está compuesta la cara abrasiva del papel de lija se claven en el barniz, texturándolo de diminutos orificios. Al someter la plancha al baño del Percloruro Férrico durante veinte minutos obtenemos el resultado que se puede apreciar.  Al hablar de tiempos de corrosión conviene tener muy en cuenta la temperatura ambiente pues si el mordiente está caliente este tendrá la propiedad de atacar con fuerza. El frío ralentiza la mordida, de manera que conviene hacer alguna prueba previa o tener muy en cuenta que en verano se multiplica el efecto corrosivo de todos los mordientes.

Segundo Estado

     La imagen siguiente, en concreto la del Tercer Estado,  nos dice que hemos seguido trabajando la matriz  como ya se ha explicado más arriba, es decir, hemos vuelto a granear los reflejos de nuevo, al tiempo que se ha empezado a trabajar alguna de las zonas del edificio utilizando regla y recurriendo a la línea. Se ha de considerar que el trazo es corroído más rápidamente que el punto. En este caso el graneado de la lija ha sido sometido a una mordida de otros veinte minutos y las líneas fueron protegidas con barniz exactamente tras una corrosión de 10 minutos.

Tercer Estado

     La prueba que sigue indica que sigue aumentado el tono de los reflejos. La razón es simple, de nuevos hemos vuelto a granear encima con el papel de lija y de nuevo se ha repetido la mordida de los veinte minutos. Procuro que la corrosión no exceda ese tiempo por la sencilla razón de que el hacerlo ocasionará que los puntos aumenten considerablemente la intensidad tonal y se reflejen luego en la estampación con una apariencia más agresiva, menos vistosa o al menos no tan delicada como a mi me agrada.
     De igual modo se han efectuado nuevos trazos entrecruzando las líneas, esta vez en vertical, lo que hace que tras una nueva corrosión de diez minutos, estas multipliquen su intensidad tonal y aparezcan las zonas en sombra, es decir las más oscuras.

Cuarto Estado

De ese modo, paso a paso se van aumentando las intensidades tonales hasta lograr que la plancha rinda el aspecto deseado. De nuevo se ha utilizado papel de lija y una vez más se ha procedido a la correspondiente mordida de veinte minutos en los lugares donde aparece exclusivamente el puntilleado. El resto del edificio ha sido texturado con trazos sumamente delicados, paralelos entre si, utilizando una regla y como punzón una aguja muy afilada clavada en un lápiz de los denominado de góma. La corrosión de los trazos no ha superado los tres minutos y por lo que se puede apreciar en la imagen siguiente, nos obliga a trabajar de nuevo al objeto de aumentar ligeramente el tono de la fachada principal.

Quinto Estado

     En la fotografía que adjunto se puede apreciar un punzón de acero puro, endurecido y bastante caro si lo comparamos con la aguja que aparece a su lado, clavada en un sencillo lápiz de los de goma. Lo curioso es que ambos cumplen  exactamente el mismo cometido, es más, la aguja es insustituible a la hora de conseguir los trazos más delicados. No han de olvidar jamás que el ácido intensifica la corrosión en la misma proporción que la anchura del trazo, es decir, que cuanto más abierta aparezca una incisión en el barniz, más rápidamente atacará el mordiente, aunque como es lógico suponer también tardará más tiempo en conseguir profundizar en él.  

Dos punzones igualmente útiles

La plancha de cobre va reflejando claramente el trabajo que se efectúa en ella.

     Existe ciertamente una gran diferencia entre la textura que procura el grano de una aguatinta tradicional mediante resinas y un aguafuerte tramado al papel de lija, aunque en cierto modo el resultado se aproxima bastante cuando de una manera negra se trata.


La imagen (estampación de un aguafuerte) nos dice que el grano blanco que aparece reflejado parece tener relieve, encontrándose la tinta impresa en un plano inferior. Esto lo ocasiona el aguafuerte de puntos tramado mediante papel de lija en las zonas más luminosas.


Por contra la aguatinta que nos procura una resina tradiconal nos muestra que lo que realmente produce el efecto del relieve es la tinta.

     Dos métodos para obtener un efecto muy similar pero hemos de tener en cuenta que el papel de lija nos brinda texturas mucho más resistentes a la presión del torculo cuando de estampar grandes tiradas se trata.

    También hemos de tener en cuenta que mediante un aguafuerte de trazos es posible obtener una gran variedad tonal recurriendo a corrosiones perfectamente controladas, incluido mediante reservas de barniz.



     Basta con observar el siguiente retrato para darse cuenta de que ha sido realizado tras efectuar en la plancha de latón debidamente barnizada, una innumerable sucesión de trazos, en diagonal, en horizontal y en vertical. Posteriormente, recurriendo al barniz de secado rápido e incluso a un sencillo lápiz blando litográfico es posible paralizar la acción del percloruro férrico mediante una sucesión de reservas. Es decir, tapamos inicialmente los detalles que reflejan las zonas más luminosas e introducimos la matriz invertida en el baño de Percloruro. La dejamos unos tres minutos y la extraemos para depositarla en un baño de agua y paralizar la acción del mordiente, secamos convenientemente y volvemos a tapar el tono obtenido en aquellos lujares donde queremos ver reflejado un gris suave. De esta manera tan simple, paso a paso, es posible comprobar que la intensidad tonal del baño se va intensificando en relación al tiempo que la matriz permanece en el baño de ácido. Si analizamos el resultado nos será posible comprobar que los trazos más próximos entre si rinden tonos más oscuros, al igual que aquellos que el punzón, debido a una presión excesiva, abrió más de la cuenta. También podemos comprobar que si planificamos las mordidas es posible obtener degradados tonales. Para ello lo único que el aguafuerte nos exige es que no superemos nunca el doble del tiempo que la plancha estuvo en el baño la vez anterior. Es decir, si hemos mordido un trazo durante dos minutos, el siguiente tendrá que serlo durante cuatro minutos si lo que queremos es que no se aprecie una intensidad tonal excesiva entre una mordida y la que la precede. De lo que se deduce que controlando los tiempos es posible controlar perfectamente los efectos que deseamos obtener.


He seguido trabajando la fachada del palacio mediante una sucesión de lineas finas muy próximas entre si. La mordida de dos minutos. Se han intensificado igualmente los reflejos del agua y el terreno del jardín, mediante el uso del papel de lija, (veinte minutos de corrosión), al tiempo que trabajaba las torres (diez minutos de mordida). 



En definitiva, seguimos evolucionando, aunque aun queda por hacer, en concreto las nubes, habiendo buscado, como puede apreciarse, algunos efectos mediante papel de lija (5 minutos en el medio aciculado)

6º Estado. La prueba ha sido realizada sobre papel de acuarela. Me agrada probar con distintos tipos de papeles a la hora de estampar y como puede apreciarse en este ejemplo los trazos no aparecen tan oscuros como en la prueba anterior, dependiendo en parte de la limpieza a que ha sido sometida la plancha y de la intensidad del tono utilizado. Como puede apreciarse he trabajado algo más las nubes. Dos minutos de corrosión en 1 de Percloruro por 1 de agua. Aún me queda otro paso para darlo por acabado.

Un afectuoso saludo.





2 comentarios:

Anónimo dijo...

muy bueno...muchisimas gracias x la info

Anónimo dijo...

Gracias, me ha servido para un trabajo, muy útil!!